viernes, 3 de febrero de 2012

Mis hoteles favoritos: Punta islita


Cualquiera podría pensar que es fácil elegir un hotel de 5 estrellas como uno de los favoritos en un destino, pero conviene explicarlo bien.

Hoteles de lujo, hay muchos y de todo tipo: grande, pequeños, con sistema Todo Incluido, boutique, de cadena internacional, tradicionales, ultramodernos, etcétera. Pero no todos los tipos de hotel 5 estrellas satisfacen a todos los clientes por igual, a pesar de que todos tienen una categoría alta, porque la experiencia del lujo tiene mucho que ver precisamente con la expectativa de cada cliente. No es lo mismo programar un TI para unos recién casados en el viaje de su vida, que proponer hoteles boutique para un circuito de una madura pareja viajera con alto poder adquisitivo. Con toda seguridad en ambos casos, el acierto de la selección para unos, se convertiría en una frustrante experiencia para los otros.

Me gusta definir Punta Islita como un hotel "de lujo sencillo". Esto para mi significa que el hotel entiende que lo verdaderamente importantes del lujo es concentrar el esfuerzo en las cosas que hacen de la estancia de los clientes una experiencia verdaderamente agradable, prescindiendo de los caprichos caros, la absurda ostentación y los lujos superfluos. Punta Islita sabe hacer esto y lo hace muy bien.

El hotel no tiene una construcción enrevesada, ni materiales lujos. Toda la arquitectura, diseño del estudio Zurcher gira en torno a materiales naturales como la madera, la palma y las paredes estucadas de tonos ocres. Las habitaciones y las zonas comunes no son demasiado espaciosas, pero abundan las piscinas privadas, las vistas al mar y el buen gusto.

Punta Islita, sin embargo, es de esos lugares, donde a la llegada de los clientes, todo el personal del hotel tiene conocimiento del ingreso y la mayoría ya recuerda su nombre y se dirige a ellos con respeto, pero con naturalidad. Esto es posible gracias al tamaño reducido del establecimiento y al ejemplar sistema de intercomunicación que portan casi todos los empleados, a través del cual se encuentran permanentemente informados de todo lo relacionado con el hotel y lo que atañe a los clientes, desde el gerente residente al jardinero del beach club o la telefonista.

Mención aparte merece la simbiosis del hotel con la comunidad del pueblo de Islita, donde la propiedad presume de haberse preocupado de mejorar la calidad de vida de este pequeño enclave de Guanacaste, embelleciendo sus casas y servicios gracias a artistas nacionales que dirigieron a los pobladores en el cometido y que han hecho de Islita un verdadera ejemplo de sencillo pueblo bonito. En realidad, el pueblo y el hotel conforman una única zona común, en una ejemplar relación, más que cordial.

Hay algunos peros a tener en cuenta.

El hotel, conocedor que su aislamiento puede terminar convirtiéndose en un problema para algunos clientes, ha ampliado su cartera de actividades incluyendo campo de golf de 9 hoyos, canopy tour, quads, paseos a caballo y muchas más actividades, pero los precios están condicionados por la ausencia de competencia, eso si.

La playa de Islita es bastante natural, pero escasea la arena por lo que el hotel cuenta con un cómodo Beach Club.

Recomendable para: Viajeros experimentados en lujo natural, que valoren el nivel de servicio.
Desestimable para: Turistas ocasionales de de lujo en búsqueda de animación de día y noche.